Unos conocieron el bar en directo, in situ. Otros a través de la lectura del libro "Noches de BV80" de Valtueña. A muchos les suena por el tema "Negativo" de Bunbury (las noches del BV80 escapando a tocar...). También hay algunos que piensan que todavía existe. Sea como fuere, el bar BV80 vive. Es nuestro deseo que así sea. Por eso convocamos este concurso. ¡Échale imaginación y participa!

lunes, 31 de diciembre de 2012

10. Dónde está la gracia de oler bragas limpias o las drogas blandas no hacen llorar


Una noche en el BV80 con Fernando Arrabal
Autor: Capo Carroñeri
Subtítulo: Dónde está la gracia de oler bragas limpias o las drogas blandas no hacen llorar

Cómo había llegado esa hermosa Olivetti Eléctrica Retro Savage Style al BV80, un tugurio donde administran legal y prosódicamente alcohol, poco importaba. Yo siempre había codiciado una similar donde pasarme horas y horas tecleando mierda inmortal, martirizando a mis vecinos tolerantes, sin embargo, para con el Genio.

Así pues, extraje los folios, folios estilo ciempiés humano, pero en folio, folios unidos que había sustraído del ambulatorio para, precisamente, usarlos en la máquina de escribir que tengo en casa, una Olivetti Algo Destartalada que usaba de vez en cuando. Presumía que con estos folios sin fin, folio papel higiénico, podría teclear sin descanso, sin tener que cambiar de folios, pausa que muchas veces se eternizaba por el trasiego de cerveza, por videar algo en youtube –tutubo-, en la tele, etc. Con esta tecnología papelera nada podría interrumpir la Tarea. Me senté delante de la máquina, pedí ginebra con limón, sorbí, introduje el Folio y comencé a teclear. Justo a la par del primer latigazo de la tecla sobre el impoluto blanco, una voz bastante ridícula vociferó:

- ¡Llevas mucho tiempo escribiendo!

- Sí, sí. Pero algo me dice que voy a pasar cuatro meses descifrando todo esto. ¿Hay algún criptofascista en la sala?

- Yo mismo, señorito. Yo, Fernando Sánchez - Dragóoooooooooo.

- En realidad, usted es Fernando Arrabaaaaaaaal.

- Habida cuenta, pues, que ya nos conocemos lo suficiente, procede.

- A qué. – inquirí sin disimular mi enojo por su escaso interés en sacarme del anonimato.

- A leer.

- Ah. Bien.

Cogí el folio en blanco, más abisal que nunca, de las solapas, y comencé a leer. Pasaron los minutos con parsimonia, y se sucedían las arcadas y los suspiros. Estaba tan distraído, absorto en la lectura, que desconocía como mínimo dos cosas: una, si realmente Arrabal se había tirado un pedo. Dos, si, de habérselo tirado, se había percatado de su sonoridad y de lo sumamente ofensivo que era para mí. Lo que sí sabía es que esta revelación súbita me había sobrevenido con el tronco ligeramente inclinado. Arrabal, con su inquietante cara de sátiro, me miraba con cierto arrobo.

- ¿Qué nueva y jodida enseñanza no solicitada he de sacar de todo esto, oh arabesco Arrabal?

- No tengo ni la más remota idea. Pero deberías terminar lo que no has empezado. Y si el subtítulo que te obstinas en poner es talllllllll que “Dónde está la gracia de oler bragas limpias” en vez del otro “Las drogas blandas no hacen llorar”, lo mismo deberías permitirte ser procaz y, después, llamar a este teléfono. ¿No es así, mi chinesco apéndice Usun Yoon?

- Quizá – contestó, lacónica con grelos, Usun.

Le tomé la palabra a Arrabal, y de la mano a Usun, y nos apresuramos a la barra. Miré hacia atrás: la máquina seguía, misteriosamente solemne, en la mesa, y Arrabal se escanciaba mi ginebra con limón por la cabeza. Tremendo bodegón. El folio en blanco, pregunta al acecho, dejó de ser una lanza en el costado. Me propuse tener resaca. Al día siguiente me incorporé en la cama que parecía a la deriva entre tanta basura, vasos medio vacíos y condones usados sin rellenar. “Me debes una corrida, Usun”, pensé. Me olisqueé los dedos y pude apreciar un deje de marisco bastante agradable tanto para mi zona cerebral más reptiliana como para mi neocórtex más mongoloide. Deseé, con todas mis fuerzas, que la persona adecuada o ninguna en absoluto dormitara a mi lado. Y comencé a ladear la cabeza para comprobarlo.


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