Unos conocieron el bar en directo, in situ. Otros a través de la lectura del libro "Noches de BV80" de Valtueña. A muchos les suena por el tema "Negativo" de Bunbury (las noches del BV80 escapando a tocar...). También hay algunos que piensan que todavía existe. Sea como fuere, el bar BV80 vive. Es nuestro deseo que así sea. Por eso convocamos este concurso. ¡Échale imaginación y participa!

martes, 15 de mayo de 2012

22. Esta vez llegó


Una noche en el BV80 con Ed Harris
Autor: Mercedes Berlín
Subtítulo: Esta vez llegó

La tarde daba paso a la noche y yo seguía sin saber qué hacer. Tenía ganas de ir al concierto del BV80, pero me había enterado que iría Juan, aquel que un día borró mi nombre, lo tiró a la basura como algo inservible, y del que yo aún me sentía presa de su recuerdo, de su ausencia. La idea de volver a verle me frenaba. A veces es difícil encontrar la velocidad a la que circular, la justa, ni más ni menos, sin frenazos ni acelerones. Yo tenía las emociones atropelladas en ese momento, y prefería no tener que arrancar.

Busqué el teléfono para decir que no iría al concierto, y allí tenía un mensaje, de esos que siempre esperas y nunca llegan, pero esta vez llegó.

No puedes faltar, hay una sorpresa para ti.

Carol, mi siempre amiga, deshizo mis dudas, supe que debía ir al concierto esa noche.

Salí a la calle a los pocos minutos, la idea de recibir una sorpresa de una gran persona, de una gran amiga, dibujaba mi sonrisa casi sin darme cuenta.

Carol, me esperaba en la puerta, no me dio tiempo a decir nada, entramos rápidamente al BV80, yo no quería ni mirar, la idea de ver a Juan, me descolocaba.

Allí sentado, en aquella mesa, está tu sorpresa me dijo Carol.

En aquel lugar, al cual miré con cierta desconfianza, estaba él, Ed Harris, mi actor favorito, mi favorito entre todos los actores, aquel que me enamoró en Apolo XIII y me sedujo en Pollock, Apaloosa y en tantos otros momentos. Momentos siempre imprescindibles.

Me temblaban las piernas cuando al fin me acerqué a él, quería saludarlo, darle dos besos o tres o los que hicieran falta, descubrir al natural su presencia, aquella con la que tantas veces había soñado tener junto a mí.

Allí lo tenía, a mi lado, buscando la velocidad de mis sueños. Le hablé de su vida, de sus películas en mi vida, de mi vida con él, del cine, de mi amor por el cine, de mi amor por él. Su gesto era noble, sus manos agradecían mis palabras, yo no paraba de hablar, él me miraba y entendiera o no, me arrulló con sus monosílabos. Ed Harris en Zaragoza, y no era un sueño.

Cuando la realidad supera a los sueños, te da igual lo que pasa alrededor, gente, ruido, bullicio, copas... e incluso una mirada de ese Juan que me descolocaba, mirada que ya no me atrapó, que me dejó libre de su recuerdo, dejando mis emociones en su sitio, en un caminar hacia adelante, en un no mirar atrás, en ir en busca de alguien como mi idolatrado Ed, con una mirada limpia, honesta, con un gesto amable que al rozar mi piel me haga reír y no pensar, me haga volar y me empuje a hacer posible lo que parece imposible.

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