Unos conocieron el bar en directo, in situ. Otros a través de la lectura del libro "Noches de BV80" de Valtueña. A muchos les suena por el tema "Negativo" de Bunbury (las noches del BV80 escapando a tocar...). También hay algunos que piensan que todavía existe. Sea como fuere, el bar BV80 vive. Es nuestro deseo que así sea. Por eso convocamos este concurso. ¡Échale imaginación y participa!

jueves, 29 de agosto de 2013

3. Zaragoza Sur


Una noche en el BV80 con The Rat Pack
Autor: Signorina Pirandello
Subtítulo: Zaragoza Sur

Zaragoza Sur-Googlespartera. Año 2556.

Daniel acerca el ojo derecho al visor de la puerta de su habitación, que se desliza silenciosa franqueándole el paso. El breve informe rutinario de su estado de salud se silencia mientras percusión y voz crecen en unos invisibles altavoces, I've got you under my skin… Coloca un dedo sobre un sensor del traje que se ajusta a su cuerpo, a la altura de la clavícula, y se desprende de él.

La sensación de la piel desnuda le provoca un leve escalofrío. No necesita más que girar los ojos hacia el termostato e, inmediatamente, la temperatura se adapta a su gusto. I said to myself: this affair never will go so well. Una vaporización desde el techo le deja limpio e hidratado mientras tararea su canción favorita, And repeats, repeats in my ear: "Don't you know, little fool, you never can win?

La voz rota se superpone a un breve pitido, pero Daniel ve con el rabillo del ojo el luminoso que le avisa de que la comida está lista. Aunque desconoce los ingredientes, vista, textura y sabor se adaptan perfectamente a su gusto, But why should I try to resist when, baby, I know so well I've got you under my skin? Nutrirse le ocupa apenas el tiempo que tarda Sammy en abandonar el tema de Cole Porter, But each time that I do just the thought of you makes me stop before I begin, 'cause I've got you under my skin, y entregarse al show, que Daniel contempla en la pantalla gigante que sustituyó a la antigua ventana. Sabe que, al acabar, Frankie interpretará Get me to the church on time, que no es de sus favoritas. Con un leve gesto detiene la reproducción.

Deja el servicio de nutrición en el mismo aparato en que lo recogió y se tumba en el sillón Google Relax Espaciotemporal, que se adapta a su complexión en una fracción de segundo, para obtener el descanso necesario después de su jornada de trabajo. En el reposabrazos de la derecha, selecciona de un mando táctil la pantalla cenital, el siguiente tema de la reproducción, Fly me to the moon, y unas coordenadas en Google Space Time Maps. Daniel cierra los ojos.

Al abrirlos, se encontró envuelto en el humo y la penumbra del BV80. Lo había descubierto por casualidad, al probar el transportador espaciotemporal que venía incorporado en aquel último modelo de sofá-cama que había instalado en su habitación, única dependencia que conservaba del antiguo piso. Había marcado tres parámetros —música, cultura, espectáculos— y unas coordenadas, a ojo, de la vieja ciudad sumergida. Al principio, le interesó el ambiente del despertar del punk en la ciudad, una moda que volvía, minoritariamente, cada siglo. Después se aficionó al sitio, a la gente, a la diversidad que le ofrecía. Pero no tardó en echar de menos al Rat Pack, sus intérpretes favoritos… y decidió que, aunque en el pequeño escenario del BV80 no cupiera una jazz-band completa, sí podía tener a Dean, Sammy y Frank en él.

Sin moverse, hizo avanzar la reproducción hasta que Sinatra empezó a cantar My kind of town: Now this could only happen to a guy like me, and only happen in a town like this. Justo entonces, el índice de su mano izquierda pulsó el botón de Inicio-combinado Google/Youtube.

Sólo a un tipo como él, sólo en una ciudad como aquella. El gigantón estudiante de historia, el empollón con gafas de culo de vaso, encerrado, escuchando al Rat Pack, en su habitación del piso al que sus padres acababan de mudarse al final del barrio de Valdespartera, límite con Arcosur, justo antes de que La Gran Crisis les dejase con vistas a un desierto desolado y edificios sin terminar. El resto de sus viejos amigos de instituto ya no le llamaban. Estudiaban informática, computación, diseño y gestión de mundos virtuales, tecnologías de realidad alternativa paralela, modificación químico-genética programada, intervencionismo neuro-quirúrgico virtual. Sólo a un tipo como él podía interesarle la sociología histórica del final del siglo XX. Sólo en una ciudad como Zaragoza, en la que se celebraba aquellos días de verano de 2018 el Final Combat III, que había permitido por fin el uso de armas nucleares virtuales. Sólo porque ayudó al único colega que le quedaba, a su inseparable compañero de escuela, a diseñar la galería de túneles bajo el río que provocaría el Gran Cañón Cesaraugusto tras la explosión nuclear. Luego llegó la inundación a causa del cambio climático, de la que tan sólo se habían salvado los barrios altos de la ciudad: Torrero, con el cementerio y el Parque de Atracciones; Casablanca, Valdefierro y algunas zonas del Barrio Oliver, Valdespartera y Montecanal. Barrios de ruinas, de seres, como él, milagrosamente salvados de la radiactividad que subió por desagües y alcantarillas, fisiológicamente mantenidos gracias a la avanzada medicina postnuclear, aislados físicamente del resto del mundo, inmortales y estériles.

Cuando Frank termina y llama a sus compañeros, él, Daniel, acude con su eterna copa de champagne en la mano. No tan guapo y elegante como Frankie, no tan feo y divertido como Sammy: la gente se ríe de su tamaño, de su torpeza, de su despiste. No tiene el swing fantástico del uno, ni el toque para el jazz con los standards del otro. Solo, con su copa en la mano, Daniel deambula por el escenario mientras brindan por el Día del Padre, por los padres, por las madres y por un cumpleaños muy especial: el decimoséptimo de Tina Sinatra. A Daniel le tiembla el pulso cuando ella sube al escenario y todos cantan Happy birthday to you. Tina abraza y besa a su padre, a Sammy y, por fin, él, Daniel, la estrecha entre sus brazos, susurrando en su oído las palabras que Frankie vuelve a cantar, demostrando al público, a Sammy Davis Jr. y al mundo entero que nadie canta como Frank Sinatra I've got you under my skin, su canción favorita, en el BV80.


No hay comentarios:

Publicar un comentario