Unos conocieron el bar en directo, in situ. Otros a través de la lectura del libro "Noches de BV80" de Valtueña. A muchos les suena por el tema "Negativo" de Bunbury (las noches del BV80 escapando a tocar...). También hay algunos que piensan que todavía existe. Sea como fuere, el bar BV80 vive. Es nuestro deseo que así sea. Por eso convocamos este concurso. ¡Échale imaginación y participa!

viernes, 10 de agosto de 2012

7. Soledad de una estrella


Una noche en el BV80 con Victoria Abril
Autor: Héctor Ramón Romero (Argentina)
Subtítulo: Soledad de una estrella

Ensimismado en mis pensamientos, llegué al bar BV80 rondando las 20 horas, luego de haber desarrollado una intensa jornada laboral en la hacienda. Ya temprano por la mañana, arriando vacas hacia mejores pasturas, después marcando animales y por último domando caballos salvajes, el día había sido agotador, por eso antes que el descanso, preferí pasar por el bar a beber un par de copas y,... así poder alejar de mi cabeza esos pensamientos que desde hace un tiempo me vienen perturbando.

Al ingresar al bar, tan metido en lo mío estaba que no me percaté que en la mitad de la barra estabas ¡tú! una hermosa e interesante mujer, con un corte de cabello a lo varón que hacía resaltar aún más tus grandes y bellos ojos, dueña de una nariz perfecta que apuntaba directamente hacia mi, junto a una boca carnosa que invitan al beso posesivo, mirarte y sentirme preso de esa mirada provocadora de hembra segura de si misma, fue todo uno, me acerqué a ti y tu perfume penetró en mis fosas nasales anegando mi cerebro, así como una melodía se apropia sin querer de los sentidos, sentí el calor de tu piel, ... sin tocarte, tu voz fue un perfecto equilibrio entre la gravedad del lugar y la agudeza de los pensamientos, acercando nuestras soledades a una mutua compañía. Tenías puesto un vestido rojo ajustado a tu talle, que te daba un aire de mujer fatal y hacía notar al detalle tus senos, naturalmente generosos, como así de generoso era tu escote, tu cintura se afinaba de una forma que la podría abrazar con un solo brazo. Mi cercanía algo provocó en tu interior, porque de improviso fui destinatario de una magnífica sonrisa que dejaba ver una hilera de parejos dientes blancos y el tintineo de tu risa parecía un coro de fondo en un ejercicio de relajación. El bar era el de siempre, pero en ese momento me parecía que me habían transportado a otro lugar, para ser más preciso a otro mundo, yo, ya no soy el que había entrado hace apenas unos minutos atrás, al ver tu imponente figura, me hizo olvidar el porque había arribado hasta el bar, mis preocupaciones y mi cansancio habían desaparecido como por arte de magia, gracias a ti una perfecta desconocida sin nombre, para mi que soy un campesino sin tiempos para ver televisión, que estoy cercano a los cuarenta años, sin más diversión que pasar un día a la semana luego del trabajo por este bar, ... pero hoy, es un día especial, te encontré a ti, una mujer voluptuosa, caliente, de curvas armoniosas y mirada sugestiva y penetrante que atraviesa mi ropaje y se posa descaradamente en la mitad de mi cuerpo, ... para abajo, a esas alturas ya tensado como un arco a punto de disparar las flechas del deseo y la pasión. Me acerqué más a ti y con una voz que parecía no ser la mía, te invité a bailar el disco que en esos momentos desgranaba el equipo de música, una hermosa melodía lenta y pegajosa en el medio del salón, al sentir nuestros cuerpos unidos sin más obstáculos que nuestros pensamientos, por estar allí y no en otro sitio más íntimo, al leve roce de mis manos sobre la piel desnuda de tu espalda, te sentí estremecer y estrechaste más tu cuerpo al mío, como queriendo meterte dentro, en un arrebato por dejarte llevar por el mágico momento que estábamos viviendo allí en ese mítico bar, y fue allí en ese preciso instante donde vino a mi mente la preocupación de días anteriores, mi soledad. Ahora estando allí contigo mi soledad había desaparecido, pero cuando te pregunté el nombre y cuando me dijiste a que te dedicas, comprendí porque estábamos los dos allí a la misma hora y con la misma intención, en ese legendario bar.


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