Una noche en el BV80 con Chavela Vargas
Autor: Carmen
Subtítulo: Amor nocivo
El ambiente en el BV80 nos sentaba a todos nosotros muy bien, a horas nocturnas, empezábamos a reunirnos allí sin previo aviso, como una consigna no acordada. El garito nos gustaba, encontrábamos amigos de la misma cuerda, música puntera y respirábamos libertad nada más cruzar su umbral.
Ese viernes, además, nos esperaba una sorpresa insospechada. ¿Quién nos iba a decir que Chavela Vargas había elegido perderse en ese local para tomarse unas copas en Zaragoza? ¿Que tendríamos a ese monstruo de la canción a escasos palmos de nosotros? Todavía puedo recordar a esa mujer de personalidad arrolladora, vestida de manera masculina, su mirada profunda, sus risas entre copa y copa, entre tabaco y tabaco, entre conversación y conversación.
Sería entrada ya la madrugada cuando a petición del público asistente no pudo negarse a subir al escenario y cantarnos algo de su repertorio.
Pero no, contrariamente a lo que esperábamos, le arrancó de las manos a una de sus acompañantes una servilleta de papel, en la que ésta había estado haciendo unos garabatos y escribiendo unos versos “al tun tun” toda la noche.
Se puso seria, le pidió al de la guitarra que le acompañara con unos acordes y con voz firme nos entonó lo que leía con su habitual desgarro:
El sol ya despuntaba, Chavela se fue del BV80 y nos dejó a todos, sedientos de pasión.
Sería entrada ya la madrugada cuando a petición del público asistente no pudo negarse a subir al escenario y cantarnos algo de su repertorio.
Pero no, contrariamente a lo que esperábamos, le arrancó de las manos a una de sus acompañantes una servilleta de papel, en la que ésta había estado haciendo unos garabatos y escribiendo unos versos “al tun tun” toda la noche.
Se puso seria, le pidió al de la guitarra que le acompañara con unos acordes y con voz firme nos entonó lo que leía con su habitual desgarro:
A veces, el amor es nocivo,La sala enmudeció, no pudimos ni aplaudir. Chavela quedó “clavada” en silencio sobre las tablas del escenario con las manos cruzadas sobre su pecho, nos dirigió una mirada infinita de amor a los allí presentes, secó una lágrima que empezaba a correr por su mejilla derecha, bajó torpemente las escaleras, buscó y se fundió en un abrazo profundo con la autora de esos versos y alzó su voz al camarero para pedir una ronda de tequila para todos.
Porque llega, te golpea, te agita,
Te deteriora, te margina…
Te enmudece, te silencia…
Te quiebra…
Te ata a la irrealidad, y ésta,
te hace prisionera de ti misma.
El sol ya despuntaba, Chavela se fue del BV80 y nos dejó a todos, sedientos de pasión.
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